jueves, 2 de enero de 2014

Análisis de las 'Constelaciones'

En 1939, Joan Miró se establece con su familia en Varengeville, un pequeño pueblo de la costa normanda, y permanece allí hasta 1940, cuando las tropas alemanas avanzan implacablemente sobre Francia y decide volver a España.
La escalera de la fuga (1940)

El deseo de evasión de una realidad hostil y el contacto con el paisaje y la luz de Normandía, tan distintos de los del Mediterráneo, quedan plasmados en una serie de veintitrés pequeñas obras pintadas entre 1939 y 1941, bajo el título genérico de Constelaciones. Dirá el propio artista: «sentía un profundo deseo de evasión. Me encerraba libremente en mí mismo. La noche, la música y las estrellas empezaron a tener un papel cada vez más importante en mis cuadros».

Efectivamente, en las Constelaciones la música tiene un papel determinante en su arte, sobre todo la de Bach y Mozart. Cada estrella y cada puntito son añadidos día tras día en un avance lento pero constate que permite a Miró saber exactamente dónde se situará cada elemento.

Mujeres rodeadas por el vuelo de un pájaro (1941)
El cielo y las estrellas son el motivo central de esta serie realizada sobre papel mojado y rascado, de forma que una maraña de líneas y pequeños ideogramas de color, que aluden a pájaros, personajes alegórico, estrellas y animales, activa una superficie viva y con textura. La imagen del cosmos conduce a un registro topológico y expansivo del espacio, avanzando, peso a lo pequeño del formato, los sistemas de organización que se generalizan en las grandes telas y en muchas otras posteriores a 1941.

Delicado y vivaz al mismo tiempo, el fondo, cuya trama a menudo emerge rebelde, alberga signos gráficos y líneas sutiles, semejantes a filigranas, que unen los puntos en la superficie clara y trasparente en una red de correspondencias recíprocas que parecen no tener nunca fin.