sábado, 16 de noviembre de 2013

Introducción a Salvador Dalí (1904-1989)

Salvador Domingo Felipe Jacinto Dalí y Domènech (Figueras, 11 de mayo de 1904 - 23 de enero de 1989), Dalí, pertenece a la segunda generación de surrealistas, en la que se impuso la teoría de la carga inconsciente espontánea que existe en el hombre. Sus primeras exposiciones revelan un artista con un espléndido dominio del dibujo y con una estética fluctuante entre la más pura tradición académica e incursiones vanguardistas vinculadas al cubismo o a la pintura metafísica.. En Muchacha en la ventana (1925), con un tratamiento realista del tema y solidez en el dibujo, continúa logros de pintores clásicos, como incluir el cuadro dentro del cuatro, o la ventana dentro del cuadro.

En 1926 viaje por primera vez a París; allí conoce a Picasso, Tzara y el nuevo ambiente artístico del surrealismo, instalándose definitivamente en 1928. En estos años conoce a Gala, amante de André Breton y esposa del poeta Paul Éluard, que se convierte en su compañera inseparable, su eterna musa y modelo para la mayoría de sus cuadros.

Pinta el mundo de los sueños, influenciado por las investigaciones de la psiquiatría y la psicología. Desarrolla el método que él denomina paranoico-crítico, que define como el «medio espontáneo de conocimiento irracional, basado en la asociación interpretativa y crítica de los fenómenos delirantes», y que consiste en despojar a los objetos de su significación convencional, ablandándolos o cubriéndolos de putrefacción, hasta dejarlos en un estado de identificación con el mundo irracional.

Sus cuadros se llenan de imágenes desconcertantes, inquietantes, de un universo de formas cartilaginosas, blandas, de interminables extensiones de terreno, de luces ardientes y deslumbrantes, donde se mezcla lo humano y lo monstruoso; utiliza para conseguir sus fines una técnica muy minuciosa y elaborada, llena de elementos reales pero unidos de forma irracional e inconexa. En sus cuadros emplea el más puro formalismo académico, con un dibujo claro y correcta perspectiva; este formalismo es alterado por la originalidad de sus ideas pictóricas. Plasma visiones oníricas con objetos de la más pura cotidianidad, como observamos en El gran masturbador (1929), ejemplo de las abundantes alusiones sexuales en su obra, donde hace un retrato de sus complejos sexuales y su compleja relación con Gala. Poco después pinta La persistencia de la memoria (1931), de la que dirá:
«Los relojes blandos: no son nada más que camemberts [queso cremoso normando] paranoico-críticos, amables y extravagantes que se encuentran fuera del tiempo y del espacio».
En 1933 comienza su éxito el reconocimiento internacional, del que pronto intentará sacar el mayor rendimiento económico posible: «después de Gala, lo que más amo en el mundo es el dinero». Esta actitud materialista, junto a su ideología conservadora y el empleo de numerosos academicismos, le condujeron a la expulsión del movimiento surrealista, a lo que Dalí responde diciendo «el surrealismo soy yo». En 1940 se trasladó a Estados Unidos, donde colaboró en películas (ya había realizado con Luis Buñuel Un perro andaluz en 1929), y en 1949 regresó a España. Otras obras de Dalí son Leda atómica (1949), La madonna de Port Lligat (1950) o Cristo de San Juan de la Cruz (1951).

Leda atómica (1949)
La madonna de Port Lligat (1950)